BARATILLOS CULTURALES  

darDOS con garlito...

Garlito 

Entre las Bellas Artes y el Arte, (con mayúsculas por ser conceptos muy propios), definen y limitan la actividad nombrada genéricamente cultural, posición que va desde el dominio de las disciplinas rectoras: Danza, Pintura, Música, Arquitectura, Escultura, Literatura y Cinematografía; el control de técnicas creadoras e inventivas, para producir una obra única e irrepetible y elevar conocimientos, sabidurías, tradiciones y cosmogonía popular a niveles universales; el individuo que hace este quehacer viste y calza, come y vive, de la difícil profesión de vender su creación, arte, que para poder venderlo devalúa su obra y lo convierte en mercadería y cambia la galería por el tianguis. 

También lee: Cultura Hidalgo anuncia proyectos seleccionados en ReactivArte

Galería 

Desde que en las primeras décadas del siglo pasado, apareció un concepto para definir el arte que no cimienta sus bases en los valores tradicionales de las sociedades y propone una interpretación y nuevas maneras de expresión, que es la esencia de la creación, todo el verdadero arte se hizo contracultural y permitió desarrollar grandes obras y personalidades estrambóticas también de quienes eufemísticamente pretenden, trastocar la realidad por medio de esta singular actividad existencial; cierto es que desde el origen de la civilización los artistas eran ya tachados de locos, inadaptados, malditos o hippies, hoy día esta necesidad de sobrevivencia y de creación, obligó a los artistas a negociar con grupos o colectivos de comerciantes, que so pretexto de apoyar la cultura, integran tianguis, mercadillos o bazares, donde el creador expende cualquier cantidad de artículos para sobrevivir, triste destino. 

La proliferación de baratillos culturales en Pachuca, desde la Plaza Independencia, Jardín del “Arte”, sus inmediaciones, en colonias y barrios donde prendas de vestir, accesorios roqueros, poca música y literatura, harta chela y sustancias prohibidas, es el entorno, el nicho donde los creadores jóvenes tienen un espacio para intentar que alguien adquiera una pieza o trabajo considerado artístico, incluso las mismas autoridades en una confusión grave, creen que la cultura es banquetera y que el ejemplo del tianguis del Museo del Chopo en Ciudad de México, es un proyecto cultural estatal o municipal, fomentando grupos de comerciantes y devaluando no solo la obra sino la misma profesión de artista que termina vendiendo piezas de mercadería, en esos lugares la venta es de otros productos y disfrazando un gran negocio de bazar cultural donde el arte es lo que nunca se vende.  

Sigue leyendo: ACTO FALLIDO 

Galera  

Quizá un proyecto en materia de cultura, que beneficie y fomente la creación artística, fortalezca tradiciones y encamine a verdaderos valores a potencializar sus capacidades, asesorar, valorar y promover a personas con verdadero talento artístico, sin duda no fue pensado y sí se proyectó una serie de actividades mercantilistas, donde el arte fue opacado por dulces típicos, elotes y esquites, bebidas alcohólicas artesanales, hot dogs y hamburguesas, carne asada y feria de tacos, esto último tal vez por percatarse que la autoridad del sector transculturiza a los ciudadanos; la cultura olvidada, mal interpretada y desdeñada desde los despachos gubernamentales, permitió su debilitamiento afectando a todo inadaptado que tiene la certeza que solo la cultura, no la transculturización ni los baratillos culturales, son un proyecto a la altura de la gran cultura hidalguense y mexicana, como otros sectores, fue enviado a los calabozos de la indiferencia. 

Una sociedad con abundancia de artista y arte, perfila ciudadanos críticos, pensantes y por supuesto, contraculturales, en sociedades donde desde las elites del poder, desdeñan, minimizan, marginan y destinan a los artistas a un lugar al final del tianguis, allá donde nadie los ve y donde los creadores truecan su difícil vida de creadores, en mercaderes de una creatividad que si no tiene estímulos, poco a poco se diluye; necesario es rescatar la cultura de incultos y el arte de los baratillos. 

Mostrar más

Rolando García

Pachuqueño, periodista guionista, registrando la historia cotidiana de todos los días