Cuando Nixon renunció a la presidencia

Historias que contar

En días en que se privilegia la estadía en casa, tiempos muertos que abundan se aprovechan para poner orden en lo que siempre ha sido desorden. En esa tarea no tan meticulosa apareció bien conservado un paquete de dos películas, estelarizadas por Robert Redford, una: El Candidato y otra, en que compartió roles estelares con Dustin Lee Hoffman: Todos los hombres del Presidente.

La primera de ficción, sobre un joven a quien convencen a que participe por una senaduría. Tiene buena apariencia física, pero su rival es un veterano político, Crocker Jamon, que va por una nueva reelección y lo menosprecia.

El marco es la campaña del principiante, del que su padre había sido gobernador, pero mantenían distancias. Salen a flote experiencias de sus consejeros hasta de cuál debe ser su actitud en un esperado debate. Esto sucede en 1972.

Las acciones no son tan alejadas a las que emprenden, ahora en México, aspirantes a gubernaturas, diputaciones federales, locales y alcaldías.

Redford atrae a jóvenes. Con natural desenfado habla de lo que haría si fuera triunfador. Y cuando logra la victoria, ensimismado, pierde sus juveniles empeños y pregunta abrumado a su principal asesor. “¿Y ahora, qué voy a hacer?”.

El segundo filme, importante y real sobre pesquisas de dos reporteros del  Washington Post, que culminaron por vez primera en la historia de los Estados Unidos con la renuncia de un mandatario, Richard Nixon.

Dan vida, Hoffman a Carl Bernstein y Redford a Bob Woodward.

El primero nació el 8 de agosto de 1937, en Los Ángeles California. El segundo, el 18 de agosto de 1936 en Santa Mónica California. Prácticamente, ya octogenarios, están retirados.

Richard Milhous Nixon, presidente del 20 enero de 1969 al 9 agosto de 1974. Antes fungió como vicepresidente con Dwight Eisenhower.

Foto: Especial

Nació el 9 de enero de 1913 en Yorba Linda, California y falleció el 22 de abril de 1994 en el Hospital presbiteriano de Nueva York.

Su dimisión se incuba la noche del 17 de junio de 1972, al detener la policía a cinco hombres en las oficinas del Comité Nacional del Partido Demócrata en el complejo Watergate, en Washington.

En apariencia iban por archivos sobre relaciones comerciales de Donald Nixon, hermano de Richard, con el millonario Howard Hughes. Fueron sentenciados a diferentes condenas.

Pero en el otoño de 1972 circularon versiones de que funcionarios de la Casa Blanca estaban implicados en el asunto Watergate.

En agosto, inolvidable día 4, el mandatario reconoció ser parte de los esfuerzos para encubrir el asalto a la oficina demócrata; solo cuatro días después, 8 de agosto renunció. Lo sucedió el vicepresidente Gerald  Ford, quien le otorgó el 8 de septiembre el perdón total.

“Nos vamos con grandes esperanzas…y también con gran humildad”, expresó.

Calendario atrás, 1960, el republicano Nixon perdió las elecciones con el demócrata John F. Kennedy. El margen del ganador fueron 112 mil votos populares.

Para entender las formas de conducirse como reporteros, Redford y Hoffman pasaron semanas en la redacción del Post.

En el filme, coinciden buscando la historia, aunque sus escritorios en distantes y sus caracteres también.

Fue trascendente cuando Woodward  –Redford- consigue un informante identificado como Garganta profunda. Fue valiosa la información que aportó.

Dedicados a su labor en lo que el principio parecía asunto político intrascendente, destacan sus intervenciones con sus jefes, particularmente en cómo debían presentar las noticias del caso.

Quizá en la película haya ciertos minutos de lentitud, pero el análisis de espectador y lo que significó, captura la atención hasta el inesperado final.

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