De alcaldes y premios

Letras minadas

Una costumbre muy arraigada en algunos de nuestros servidores públicos es que olvidan que la forma de hacer política ha cambiado, que hoy los ciudadanos esperan resultados tangibles sin tanta palabrería ni promesas huecas. 

Es cierto que se empieza por poner orden para concretar la parte administrativa, pero el resultado debe verse en el cumplimiento de los objetivos planteados a los ciudadanos cuando les pidieron el voto.                                                                                                       

Lo que no se puede evaluar no existe, porque las evaluaciones se deben hacer por instituciones serias, con credibilidad, mostrar su metodología con la que calculan, así como los criterios aplicados para decidir a quién reconocer. 

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Si eso no existe entonces todo «premio o distinción» no son más que una tomada de pelo.  

Por ello, no deja de ser risible que algunos alcaldes aún no cumplen ni el año y ya adquirieron premios al buen gobierno, distinciones que contrastan con las condiciones en que tienen hundidos a sus municipios.  

Alcaldes como el de Tulancingo, Jorge Márquez, creen que a 8 meses de gobierno y sin aún haber rendido su primer informe, por consecuencia no haber hecho aún comprobaciones de un ejercicio fiscal ante las autoridades correspondientes, los ciudadanos comprarán la fotografía de que son «súper alcaldes».               

Hablar de ser reconocido como un municipio transparente por haber implementado una plataforma debiera suceder cuando los resultados queden demostrados, de lo contrario, no es más que publicidad pagada. 

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Exalcaldes consultados para la elaboración de esta columna, confiaron que estas organizaciones integradas por presidentes municipales de todo el país, cobran una membresía anual a sus integrantes, quienes van adquiriendo seminarios, cursos, portadas de revistas, etc., y con ello cada vez es más probable que se hagan acreedores a un premio en las diferentes categorías que están disponibles. 

Quizá por ello, en estas distinciones es casi imposible que encontremos a alcaldes de los municipios más pobres.  

El único requisito, es que deben ser clientes frecuentes de los servicios ya mencionados y enviar un proyecto de lo que implementarían o han implementado, pero sin dar resultados tangibles, es decir, con que se sienten a resolver en papel el mundo de conflictos en sus demarcaciones es suficiente. 

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Una verdadera injusticia para los ciudadanos que votaron por estos gobernantes, saber que con el dinero público se compran premios que no siempre reflejan la realidad de los municipios y sus habitantes. 

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