EN MODO FEDERALISTA

Desde lo regional

No voy a lo fundamental del asunto que es la aplicación de la vacuna para contener en México el contagio por Covid19 por el cual ya rompimos la barrera de los 150 mil fallecimientos. Me quedo ahora en el modito, esa actitud observada por el general Lázaro Cárdenas en el trato que daban sus colaboradores a quienes deseaban  acercársele. La anécdota se produjo cuando un grupo de simpatizantes fue impedido de hablar con el presidente con formas poco amables que luego trataron de justificar aduciendo la inconveniencia del encuentro, en lo cual estuvo de acuerdo el michoacano, pero les dejaba claro su desacuerdo en las maneras, el modito, el modito les dijo, no iba con él y por tanto no debían repetirlo.

Es el caso del señalamiento que un funcionario federal hizo, en pronta y poco prudente  respuesta, a la petición de las autoridades estatales para la adquisición de vacunas por los gobiernos que representan para ser aplicadas en sus respectivas entidades federativas, expuesta horas antes en la Conferencia Nacional de Gobernadores, Conago.

Argumentos aparte, el tema a tratar aquí es su punto de partida: una absurda ignorancia del modelo federal de la República que obliga a una gestión  del servicio público con visión federalista, en cumplimiento de aquella decisión fundamental establecida en la Constitución General.

Nada nuevo. Esa actitud omisa, por no decir ignorante de nuestra arquitectura constitucional, viene de  larga data.  Es característica añeja, acentuada en quienes suponen que sus decisiones son igualmente válidas y aplicables en  todas las regiones del país. Y que, con un ánimo de soberbia,  deciden su acatamiento sin reserva por venir del centro del poder radicado en la capital nacional.

Es una de las atrofias de la organización mexicana. Primero fueron decisiones políticas, luego técnicas y jurídicas. Ejemplos abundan. Ha sido la persistente y tramposa óptica para  calificar a los estados federados incapaces de tomar decisiones.  

De ahí las afirmaciones que descalifican, por no decir desprecian, las propuestas surgidas desde lo local para resolver problemas nacionales y globales que hoy nos afectan. Como si el país fuera homogéneo, sin ameritar diferenciaciones geográficas, sociales ni económicas,  y una decisión única resolviera por igual el mismo problema en cualquier parte del territorio. Negación irracional de la compleja diversidad nacional.

Con olfato más aguzado vino la reacción presidencial en el discurso y los hechos. Anteayer se publicó en el Diario Oficial de la Federación el Acuerdo del secretario de Salud que reconoce la calidad de autoridad sanitaria de los gobiernos de las entidades federativas y por tanto autoriza la adquisición que hagan de vacunas, bajo determinadas reglas de coordinación para coadyuvar a la política nacional de vacunación.       

El problema afecta a todo el país y todas sus autoridades deben participar en su solución. Pero si no hubo una previa lectura de la normatividad, menos una muestra de sentido común desde el círculo rojo de Palacio Nacional. El modito pues, persistente modito exhibido y descalificado hace décadas por el General.

Pasemos de lo anecdótico y sin redundar en explicaciones históricas de esta patología del federalismo a la  mexicana, vamos a dos reflexiones del bilbaíno Daniel Innerarity en Pandemocracia (Galaxia Gutenberg, 2020). Dice el profesor de la Universidad del País Vasco: La definición de democracia apunta a que todos los afectados por una decisión deben poder participar en ella, a que deben coincidir la comunidad de los afectados con la de quienes deciden. En ese sentido, la crisis del coronavirus sería un acontecimiento pandemocrático, como todos los riesgos globales.”  

Otra: “…no estamos teniendo la modestia requerida al juzgar si son adecuadas las respuestas políticas a la crisis. Habrá muchos motivos para la crítica, sin duda, pero el tono de algunas revela que hay quien no ha entendido que hemos entrado en un terreno que apenas conocíamos, en el que las decisiones tienen un cierto carácter de apuestas y no están precedidas por razones abrumadoras, pese al consejo de los expertos. […] Todo esto evidencia que el saber a partir del cual tenemos que tomar las decisiones no es un saber monopolizado por nadie o indiscutible, sino plural y revisable.”

Entonces, pongámonos en modo federalista.

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