Gambito de dama, merecido Globo de Oro

Historias que contar

En la edición 78 de la entrega de los Globos de Oro de la Asociación de la Prensa Extranjera de Hollywood (HFPA, por sus siglas en inglés), en la categoría a mejor serie limitada de televisión, Gambito de dama, que estelarizó Anya Taylor-Joy, fue premiada como la mejor.

Esto ocurrió el domingo 28 de febrero, y de acuerdo con las predicciones no hubo sorpresa.

Fue un evento virtual con dos sedes, Nueva York y Los Ángeles.

Taylor-Joy interpreta a Beth Harmon, quien encuentra en el ajedrez un refugio a sus tendencias  de drogas y alcohol, pero con natural predisposición a brillar en un juego en donde dominan los varones.

La actriz y modelo estadounidense de origen argentino es muy joven: nació el 16 de abril de 1996 en Miami, Florida. Es bilingüe natural, al expresarse en inglés y un perfecto español, declaró: “Vengo de muchos lugares, pero mi calidad y mi actitud hacia la vida es de Argentina. Agradezco mucho esa parte de mi historia”.

La serie de Neflix, de siete episodios había sido vista a finales de 2020 en 62 millones de hogares, de hecho ha sido la más exitosa en los anales de esta plataforma.

Waler Tevis fue el autor de la historia, de ficción, porque nunca una mujer ha escalado cimas dedicándose al ajedrez.

El escritor (1928-1984) fue profesor de literatura en la universidad de Ohio. Escribió siete libros, tres de los cuales se adaptaron exitosamente al cine: El buscavidas, El color del dinero y El hombre que cayó en la Tierra.

Gambito de dama ha sido alabada por ajedrecistas por su fidelidad al juego, usando las mejores partidas y mostrando miseria y gloria de un personaje inolvidable.

El autor particularizó en una pequeña nota: “El soberbio ajedrez de los grandes maestros Robert Fischer, Boris Spassky y Anatoly Karpov ha sido fuente de placer para jugadores como yo durante años. Me pareció prudente omitirlos del reparto, aunque solo fuera para evitar contradicciones”.

Reconoce al maestro Bruce Pandolfini “me ayudó a librarme de errores referidos al juego”.

Beth, el personaje, se quedó sin familia tras un accidente automovilístico.

Llegó así al Hogar Methuen de Mount Sterling, Kentucky.

Un día fue enviada por su maestra, la señorita Graham,al sótano con unos borradores. Olía mal y William Shaibel, que estaba a cargo le daba miedo.

Él jugaba en solitario al ajedrez. Pasados días ella le dijo:

-Quiero aprender a jugar.

La respuesta fue descorazonadora.

-No juego con desconocidos.

Finalmente, por su perseverancia, escuchó del señor Shaibel:

-De acuerdo, niña. Podemos jugar al ajedrez. Yo llevo las blancas.

Eso cambió la vida de Beth Hamon, de grandes y expresivos ojos..

Se abrió camino por su natural dominio al mover las piezas. Conquistó adeptos entre quienes al principio no toleraban que una damita los superara.

Pero el final, en el libro y en la serie, es su enfrentamiento en Rusia con Borgov el número uno en el mundo.

En el juego definitivo, Tevis, escribe:

“De repente, ella oyó su voz –la de Borgov- diciendo una palabra asombrosa:

-Tablas.

“Hacer tablas no era ganar. Y la única cosa en su vida que a ella le encantaba era ganar””.

“Miró de nuevo a la cara de Borgov y vio con cierta sorpresa que estaba cansado. Negó con la cabeza ofrecimiento de un empate. No.

Siguieron. Cada vez más cerca del clímax de la partida.

“Cuando soltó el caballo, se produjo un silencio absoluto. Borgov tenía el pelo revuelto y había una torva sonrisa en su rostro. Habló en inglés.

-Ha ganado.

“Echó atrás la silla, se levantó, y entonces extendió la mano y tomó su rey. En vez de volcarlo se lo tendió. Ella lo miró”.

-Tómelo –dijo.

De Penguin Random House Grupo Editorial, primera edición en México: diciembre de 2020.

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