Obliga parricidio a reflexionar cómo se vive en familia: especialista

El parricidio ocurrido recientemente en la colonia 11 de Julio es un llamado de atención para cuestionar cómo se vive en familia, además del manejo de emociones en las personas, señaló la psicoterapeuta Mónica Ortega Quiroz.

En entrevista con La Jornada Hidalgo explicó que cuando se llega al extremo del asesinato de un hijo, se detecta que con frecuencia existe ira y resentimiento acumulado en las personas, además de que viven en un contexto de violencia de tiempo atrás.

“En el caso ocurrido recientemente, se entiende que hay un gran odio y violencia que lo llevó a la ira, pues una persona así de violenta llega al extremo”, explicó que la terapeuta.

Los círculos de violencia pueden comenzar en acciones menores, como comentarios, descuidos o el ignorar a otros, pero esta condición escala y se va acumulando, en mayor medida cuando se genera desde familiares muy cercanos.

Ortega Quiroz, recordó que el circulo de la violencia puede venir desde generaciones atrás, y es frecuente que quienes están bajo este contexto no se percaten de las agresiones, pues llegan a normalizarlas.  De ahí que insistió en que es un buen momento para cuestionarse cómo se vive en familia.

Hay que aprender a manejar emociones

En cuanto al tema de las emociones que son fundamentales en la comisión de acciones negativas, la experta en terapia existencial detalló que se tiene que aprender a manejarlas, pues la vida humana está llena de contrastes y polaridades para evitar que justamente lleguen al extremo.

La especialista explicó que en la actualidad estamos llenos de estereotipos, y no se considera que existen emociones positivas y negativas, pues la vida humana está llena de contrastes y polaridades, por lo que podemos sentir amor y odio.  

«Así como se vive alegre o con tranquilidad, también está la angustia, desesperación, pero en la vida moderna nos han deshabilitado para aprender a lidiar con las situaciones negativas o dolorosas”.

Mónica Ortega Quiroz, psicoterapeuta.

Luego de considerar que, tanto las emociones negativas acumuladas como la violencia son un caldo de cultivo para la comisión de un delito, como en el caso reciente, explicó que es necesario revisar el contexto, pues no es un expediente aislado, ya que han ocurrido otros ilícitos similares que involucran a niños y adolescentes.

“El estereotipo es que las figuras paternas y maternas son sinónimo de protección y amor, pero también pueden ser quienes lastimen más, y esto es porque muchos de ellos enfrentaron situaciones violentas y de agresiones desde niños. Es un círculo de la violencia”, consideró.

Y reiteró la necesidad de acudir con profesionales en la salud mental en caso de detectar situaciones de violencia o desorden emocional, toda vez que varias instituciones ofrecen atención y guía para enfrentar estas problemáticas en un contexto familiar.

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