Oficio cantinero

darDOS con garlito...

Garlito

Los trabajos, empleos y oficios de una sociedad, van cambiando conforme avanza el tiempo y se modifican los medios de producción, asimismo las necesidades del mercado son distintas y la oferta es mayor junto con la competencia, necesario es que todo producto lleve un valor agregado que lo distinga de otros; el ropavejero, el afilador de cuchillos y el antiguo voceador, son oficios que se van extinguiendo por la nueva vida moderna y muchas de esas ocupaciones desaparecen o nunca serán lo que alguna vez fueron.

Pedro Naranjo, cantinero de El Faro/ Foto: Carlos Sevilla

Barra

En la capital del estado de Hidalgo y otros lugares donde la minería fue actividad primordial, podemos encontrar la desaparición de antiguas actividades que fueron muriendo y con ellos una tradición más familiar que laboral; el minero dejó de serlo y toda una cadena de trabajos que se desarrollaban adyacentes a la actividad principal, antes dejaron de existir los carboneros y vendedores de leña, los cargadores usualmente de agua, pero también muebles y objetos pesados; esos personajes apostados en las inmediaciones de los mercados y plazas lentamente desaparecieron y pareció que nadie se dio cuenta o en silenciosa complicidad, se dejó ir una época esperando una nueva supuestamente mejor.

Francisco Rojas, cantinero del Concepto 102/ Foto: Carlos Sevilla

Dentro de la sociedad y cultura pachuqueña, hay un oficio de larga duración y presencia fundamental de nuestra forma de ser, personaje central de una negociación sí, pero también regente de un espacio público muy íntimo y personal, profesional en la combinación de sustancias líquidas espirituosas, necesarias para mitigar el dolor corporal por el trabajo de la mina, alivianar el peso de las penas y otorgar un rato corto de confusa euforia embriagante; el cantinero en Pachuca es un personaje y una institución que tiene varias ambivalencias, personalidades y caracteres que hacen de su centro de trabajo, la cantina, especial, diferente a otras y en esa particularidad que tiene cada uno de estos centros sociales el responsable es el cantinero.

Alberto del Villar «Tico», cantinero de El Tapatío/ Foto: Carlos Sevilla

Como todos los oficios debe haber vocación, gusto por su trabajo y calidad en su servicio, generalmente los cantineros lo son toda su vida, noble labor bien remunerada, gana otras muchas cosas, respeto y liderazgo de una comunidad flotante, confidente y consejero, un cantinero no habla más de lo necesario y raramente externa sus propias opiniones, esta alerta ante una posible discusión que ponga en peligro la paz del recinto, donde si algo se tiene prohibido, es la violencia; antiguamente el cantinero elaboraba una botana que era la atracción para los parroquianos por las tardes, costumbre que desaparece y rescatarla sería volver a dar a las cantinas un toque histórico y un ingrediente extra que daría al bar más identidad; cantina, cantinero, botana y el mismo nombre son referentes de barrios, calles y colonias: El Rey de la Selva, El Reloj de Arena, El Intermezzo, El Teocalli; Don Moy, Leonardo el Conan, Don Bigos, Don Cuco, Oscar y largos etcéteras.

Enrique Ángeles, cantinero del Tratado de Versalles/ Foto: Carlos Sevilla

Contrabarra

Como todo buen oficio es familiar o sus inicios son desde niño, costumbre que se arraiga y se trasmite de generación en generación, no solo hay que tener carácter sino un poco de alquimia para las combinaciones y mililitros adecuados, además del control, una memoria hábil, un buen cantinero sabe cómo y lo que bebes, difícilmente confunde los vasos y excelente para hacer sumas; esta profesión se hereda de abuelos a padres e hijos, ahora mujeres también y varias estirpes de cantineros han pasado por las cantinas y bares de Pachuca, valorar su importancia como entes económicos de muchos años atrás, creadores de fuentes de empleo y capacitación para una gama de actividades alternas a las bebidas y que pueden detonar otras actividades relacionadas con servicios turísticos; reconocer que las cantinas son espacios donde gran cantidad de relaciones y existencias han provocado y son ejemplo de la vida popular de un pueblo que lleva en el alma el gusto por un trago.

Ricardo López, cantinero de los rones de Don Chino/ Foto: Carlos Sevilla

La profesión de cantinero merma de acuerdo a las problemáticas económicas y de salud que estamos viviendo, asimismo envejece una generación que permaneció muchos años en un confort que ahora se ve alterado por agentes externos que atacan a toda la economía, nuevos cantineros, se integran a la tradición y proponen nuevas maneras de ofertar el momento de beber una cerveza o una copa, profesionalización del gremio y mejores servicios atraerán clientes y diluir la imagen negativa, que es una falacia y ronda por todas las barras de la ciudad, su principal tarea; la Asociación de Bares y Cantinas de la Zona Metropolitana de Pachuca, se echa a cuestas una loable encomienda, darle a las cantinas el valor histórico que merecen, en tanto…Salud¡¡¡

https://www.facebook.com/100181445177820/posts/309754690887160/

Mostrar más

Rolando García

Pachuqueño, periodista guionista, registrando la historia cotidiana de todos los días
Mira también
Cerrar