Un millón de empresas

No hay cosas gratis

Antes de meternos de lleno al tema me gustaría pedirles que imaginen un millón de algo. Volteen a su alrededor, ubiquen un objeto e imaginen un millón de ese objeto, digamos, un bolígrafo ¿Qué espacio del lugar en donde están leyendo esto ocuparía un millón de bolígrafos? Podrían imaginar también un millón de monedas de a un peso ¿Cabrían en su escritorio? Después imaginen algo más grande, un millón de personas o un millón de autos. Como se podrán dar cuenta un millón de algo es mucho de ese algo.

Pues bien, INEGI presentó el “Estudio sobre la demografía de los negocios 2020” y lo que nos mostró es que entre mayo del 2019 y septiembre del 2020 desaparecieron un millón de empresas.

Que desaparezcan un millón de empresas no sólo implica que al menos un millón de personas perdieron su patrimonio en el último año, algo ya de por sí muy grave, sino también que miles de empleos directos e indirectos se hayan esfumado, que miles de proveedores hayan perdido clientes o que se hayan quedado con cuentas sin cobrar, incluso implica que haya menos contribuyentes. Con la pérdida de un millón de empresas hemos perdido todos.

En el agregado, cuando contabilizamos los negocios que nacieron menos los negocios que murieron, tenemos que en un año desaparecieron el 8% de las empresas que había en 2019 en México, estamos hablando de unas 391 mil empresas.

No es que las empresas no tengan que quebrar, las empresas cuando son ineficientes se merecen morir pero este no es el caso. Muchas empresas eficientes quebraron por un evento extraordinario y decisiones gubernamentales erróneas. Eso no es natural, económicamente hablando, el cierre masivo de empresas productivas y benéficas para la sociedad se pudo haber evitado. Es muy difícil crear una empresa productiva pero muy fácil destruirla. Recuperar esas empresas tomará muchos años.

Algo bueno que podríamos empezar a hacer es cambiar nuestra idea de “empresario”. Normalmente al escuchar esa palabra nos remitimos a Carlos Slim, cuando en realidad deberíamos de pensar en Don Juan, nuestro carnicero. En México existen aproximadamente 4.9 millones de empresas de las cuales alrededor del 84% son microempresas. Las microempresas son empresas de 10 empleados o menos; en esta categoría está incluido el autoempleo, es esta categoría la que incluye a la persona que sale todos los días a vender quesos o sale a abrir su peluquería, es en esta categoría en donde se encuentra la persona que nos vende un kilo de tortillas o nos prepara unas enchiladas en la fonda después de un día de fiesta. Ellos son los empresarios mayoritarios en México y sin ellos nuestra vida no sería mejor.

Esos empresarios son los que no han recibido prácticamente ningún apoyo durante la pandemia, nueve de cada diez empresas en México reportó no haber tenido ningún tipo de ayuda por parte del gobierno y, al mismo tiempo, nueve de cada diez reportó haber tenido algún tipo de afectación por la pandemia siendo la principal la reducción de sus ingresos. Las microempresas resultaron ser las más afectadas, el 38% reportó tener deudas, casi dos de cada tres microempresas reportó que no iba a poder sobrevivir más de 12 meses con sus niveles actuales de ingreso. Al haber agarrado parejo y no haber dado apoyos, se terminó por condenar a la microempresa ya que a más pequeña la empresa, más fuerte está resultando la crisis.

Max Kaiser hace unos días nos hacía ver la importancia de conocer a esos empresarios que nos son cercanos, de lo bueno que sería ponerle cara y nombre a todas esas personas que nos facilitan diario la vida. No hay que hacer gran cosa, sólo hay que voltear a nuestro entorno y observar conscientemente a las personas que viven en nuestra colonia. Al conocer a nuestro vecino que se animó a tomar sus ahorros para poder vendernos pan. Tal vez logremos ser más empáticos con el empresario en general y con ese millón de empresarios que desaparecieron en particular, tal vez nos ayude a entender de mejor manera por qué deberían de haber sido ayudados en tiempos difíciles y por qué es muy importante que haya más y mejores empresarios y no menos.

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César O. González

Apasionado de la economía y la toma de decisiones. Siempre a favor de la libertad y la responsabilidad individual. Aquí se cree en la evidencia, no importa que tan difícil de creer sea algo, lo creeré si hay evidencia que lo soporte